Diagnóstico, un guión creíble: ellos se aseguran de que House y Grey salven vidas
Rebecca Adler pregunta a sus alumnos qué han hecho el fin de semana, pero una de las niñas le pide que esta vez sea ella quien les cuente cómo le ha ido. La profesora, sin embargo, es incapaz: se ha quedado sin habla de repente. Aunque lo intenta, no logra articular palabra. Trata de escribir en la pizarra una frase: “llamad a la enfermera”. Justo después, pierde el conocimiento.
El de Adler es el primer caso al que tuvo que enfrentarse Gregory House, el famoso médico televisivo interpretado por el actor británico Hugh Laurie. Después de varias pruebas e investigaciones (incluida la del domicilio de la profesora), el renqueante sanitario y su equipo descubrieron que un parásito había colonizado el cuerpo de la joven hasta llegar a su cerebro.
Como el resto de situaciones que refleja esta serie, la historia de Adler es bastante inusual y, no obstante, verosímil. Sucede lo mismo con otras producciones basadas en el día a día de los hospitales, como ‘Anatomía de Grey’, ‘Scrubs’ o ‘Urgencias’.
Aunque las situaciones ficticias no tienen por qué coincidir totalmente con su versión real, los aspectos científicos relacionados con la salud son especialmente delicados. La audiencia tiende a creer que los síntomas de Adler (o cualquier otro de los pacientes de Grey o House) son veraces, así que es importante que lo sean.
“Estos temas aluden a miedos universales como el envejecimiento, la muerte y otros procesos que sufre el cuerpo humano”, explica Tamara Krinsky, una de las fundadoras de la plataforma Scirens. La asociación está integrada por varias actrices que, como Krinsky, abogan por la fidelidad de los contenidos científicos y técnicos de películas y series.
Precisamente por la importancia de estas cuestiones, ya hay expertos dedicados a asesorar a productores y cineastas sobre el cumplimiento de ciertos criterios. “La organización The Science and Entertainment Exchange pone en contacto a guionistas y directores con científicos e ingenieros para que les aconsejen en sus producciones”, dice la actriz.
La institución a la que se refiere esta actriz y periodista forma parte de un programa financiado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. Los expertos que participan en el proyecto fueron precisamente los responsables de asesorar a los creadores de ‘House’, así como a los responsables de otras producciones como ‘Mentes Criminales’, ‘Perdidos’ y ‘Fringe’. También han ofrecido sus servicios en películas: ‘The Amazing Spiderman’, ‘Iron Man 2’ y ‘Thor’ son algunos ejemplos.
Según sus impulsores, un punto de vista científico aporta a los cineastas contenidos originales y les permite construir nuevas realidades, sin tener por ello que faltar a la credibilidad. Los consejos de los científicos sirven a los autores para darle realismo y legitimidad a los argumentos. Además, les permite reflejar en sus películas las vivencias diarias de cualquier persona de a pie.
Entre los integrantes del equipo de expertos hay varios especialistas en ciencias de la salud. Jeffrey Koplan es científico en el Centro Wooddruff de Ciencias Sanitarias, Anthony Fauci dirige el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas y Anne Simon investiga sobre genética en la Universidad de Meryland.
La organización Hollywood, Salud y Sociedad, nacida en 2001, es otro ejemplo de asesoría científica, esta vez especializada en temas sanitarios y sobre cambio climático. Su financiación corre a cargo de la red gubernamental de Centros para la Prevención y Control de Enfermedades (también en EE.UU.), pero sus servicios son totalmente gratuitos.
Los científicos de la institución ayudaron a que los síntomas del cáncer de Walter White, el personaje interpretado por Bryan Cranston en ‘Breaking Bad’, fueran realistas. Y a que Max Braverman (Max Henry Wolf Burkholder) padeciera un creíble síndrome de Asperger en ‘Parenthood’. Además, la médica y actriz Zoanne Clack, una de las productoras ejecutivas de ‘Anatomía de Grey’, forma parte del equipo.
Aparte de los servicios de consultoría, convocan actos en los que reúnen a guionistas, directores e interesados del mundo del espectáculo con expertos y pacientes para intercambiar información sobre el sistema sanitario estadounidense y sus problemas. La legislación en materia de salud también es un tema recurrente en las producciones: conocer los procesos administrativos de los hospitales es necesario para que un paciente ficticio ingrese en un centro como lo haría en la vida real.
“Los casos que se representan, sus síntomas y diagnósticos suelen estar bien representados; otra cosa es cómo se resuelven”, señala Enrique García, director del Departamento de Medicina Preventiva, Salud Pública y Microbiología Médica de la Universidad de Salamanca. García es también uno de los editores de la revista Medicina y Cine que publica trimestralmente la institución. “Las películas y series buscan enganchar al espectador, mezclando realidad y ficción”, recuerda.
Y cuando la audiencia se decanta por un título, las imágenes acaban influyendo en su comportamiento y creencias. En un estudio de la Fundación de la Familia Kaiser, el público demostró haber aprendido nuevas formas de prevenir el contagio del sida entre madres e hijos después de haber visto un episodio que trataba sobre el asunto.
García pone un ejemplo del cine español: ‘La vida alegre’, de Fernando Colomo. “La asesora de l película era Concha Colomo, hermana del director y a la postre médico especialista en dermatología”. El científico de la Universidad de Salamanca afirma que su influencia es notable. “Se nota que tiene un tratamiento médico intachable porque conocía perfectamente el tema que se aborda en el filme, las enfermedades de transmisión sexual”.
Por el contrario, el caso de ‘Estallido’ resulta inverosímil. “Cuenta la llegada de un virus infeccioso a EE.UU. a partir de un mono contagiado del mismo y, tras extenderse, se consigue su curación de forma espectacular”, cuenta García. “Algo impensable en el mundo científico”, concluye.
Aunque las enfermedades que aparecen en la ficción se basan en males reales, no hay que olvidar que las películas y series son precisamente eso, ficción. Así que, sí, son creíbles, pero tampoco te lo tomes muy a pecho.