¿El corte de digestión existe, o son los padres?
Desde que éramos pequeños nos hemos cansado de escuchar eso de “¡niño/a, no te bañes ahora, que te da un corte de digestión!”, cada vez que queríamos meternos en el agua de la playa o la piscina justo después de comer. Sin embargo, el corte de digestión no existe como tal, ya que nuestros padres a lo que tenían miedo es al síndrome de hidrocución, que consiste básicamente en una pérdida súbita de conocimiento al sumergirse en el agua.
Corte de digestión o Síndrome de hidrocución
Cuando nuestro cuerpo se sumerge en un ambiente acuático, se producen una serie de reflejos involuntarios y normales en varios sistemas del cuerpo humano, con la intención de mantener al organismo vivo durante el mayor tiempo posible bajo el agua, disminuyendo el gasto energético y alargando el tiempo necesario para respirar oxígeno. El síndrome de hidrocución ocurre cuando estos reflejos se tornan extremos, llegando incluso a causar una parada cardiorrespiratoria, y la muerte.
En primer lugar, está el reflejo de inmersión, que es cardiovascular. Por ejemplo, cuando sumergimos la cabeza en el agua, se contraen los vasos sanguíneos más superficiales, en la piel sobre todo, para que el cerebro sea el que tenga preferencia en el bombeo de la sangre. Este reflejo de inmersión se nota más en los niños que en los adultos. Es por eso que tiene sentido que nuestros padres, por sabiduría popular, quieran protegernos del “corte de digestión”. Y es que existen numerosos casos de niños que han sufrido el síndrome de hidrocución.
Cuanta más diferencia haya entre la temperatura del agua y la temperatura corporal, mayor es el reflejo de inmersión, ya que su finalidad es conservar el estado de nuestra temperatura.
Por otro lado, cuando hacemos la digestión, los vasos sanguíneos del aparato digestivo se dilatan para llevar a cabo el proceso. Por eso otras zonas del cuerpo pueden recibir menos sangre, y sobre todo si se trata de una comida copiosa que requiere más esfuerzo por parte del sistema digestivo. Durante todo este proceso, el estómago requiere mucho oxígeno. Esto quiere decir que aunque la hidrocución solamente puede darse por un reflejo de inmersión extremo, la digestión puede contribuir a desencadenarla, ya que el cerebro recibe menos oxígeno durante este proceso.
SITUACIONES EXTREMAS QUE PROVOCA LA HIDROCUCIÓN
- Una súbita disminución de la frecuencia cardíaca por el reflejo de inmersión que, junto al proceso de digestión, provoca un insuficiente riego sanguíneo del cerebro que, en el peor de los casos, puede conllevar una pérdida del conocimiento o síncope.
- Una arritmia grave o parada cardíaca súbita, con muerte instantánea.
Las probabilidades de que esto ocurra son muy bajas, y dependen de cada persona (edad, temperatura corporal, si está haciendo la digestión…), y de factores ambientales (temperatura del agua) para que se lleguen a producir.
CÓMO PREVENIR LA HIDROCUCIÓN
- Si te has comido un menú con su primer plato, segundo, y postre, y te ha costado levantarte de la silla, mejor que esperes al menos 4 horas para bañarte. Si has comido ligero, espera una hora u hora y media como mínimo. Si quieres quedarte más tranquilo, espera 2 o 3 horas.
- Evita sumergirte de golpe en el agua. Sobre todo si acabas de realizar una actividad física o has estado tomando el sol un buen rato, ya que la temperatura de tu piel es más alta y hay más riesgo de un reflejo de inmersión extremo. Sumérgete poco a poco para que el cuerpo se vaya acostumbrando.
- Procura no hacer ejercicio intenso en el agua hasta una hora después de haber comido.
Ahora que ya sabes en qué consiste el mal llamado “corte de digestión”, sólo esperamos que disfrutéis de la piscina y de la playa, pero con precaución.
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