La llegada de un recién nacido es siempre un motivo de alegría, pero también de miedo, angustia y dudas, muchas dudas. Nadie nace sabido y esto, en el mundo de la maternidad, se cumple a rajatabla. Como dice el dicho: “ser madre es la única carrera en que, primero te dan el título, y luego la formación”.
El primer mes de un recién nacido
Muchos de vosotros tendréis, o habréis tenido, a vuestros hijos en el seno de un hospital. Digo muchos de vosotros porque, en los últimos tiempos, se está poniendo de moda dar a luz en casa en compañía de una Doula. Pero este concepto no es el motivo de este post ni yo voy a entrar a valorar sobre la conveniencia o no de este tipo de prácticas. Aunque yo, sinceramente, me he sentido muy a gusto rodeada de profesionales sanitarios que me han acompañado en esta experiencia y me han aportado mucha confianza y seguridad.
Como iba diciendo, llega el momento del parto y ahí os encontráis, en una sala rodeados de médicos, enfermeras y demás profesionales. Todo pasa muy rápido para un recién nacido: aunque el parto dure más de lo previsto, con el tiempo veréis que realmente pasó todo rapidísimo. Y, de repente, os encontráis en una habitación con un pequeño en vuestros brazos, al que no han tenido el gusto de presentaros. ¿Y ahora qué? Ahora, amigos, empieza lo divertido.
No os asustéis porque, en este crucial momento, tenéis al mejor aliado que se pueda tener. Un maravilloso botón rojo, en la cabecera de vuestras camas, donde, con sólo apretarlo, hace que por arte de magia aparezca esa ansiada enfermera y sus “manos mágicas” que consiguen calmar a ese recién nacido que no para de llorar, sacarle los gases o hacer que se enganche al pecho de forma perfecta. No dudéis en usarlo, para eso está. Cualquier duda, miedo o ansiedad que tengáis, éste es el momento para preguntarlo.
Pasados un par de días, os vais directos a vuestra casa con ese pequeñín al que todavía no os habéis acostumbrado. Es aquí cuando los miedos y las angustias florecen espontáneamente. Por eso, en este post, os queremos dejar unos pequeños consejos para que podáis “sobrevivir” (siento ser tan dramática) a este primer mes con vuestro recién nacido en casa. Creedme, el primer mes es el más duro, pero se sale, sin duda.
1. Programad las visitas: cuando un amigo/familiar ha tenido un recién nacido, el ser humano está deseando (por norma general) conocerlo. Bien sea por el cariño que se le tiene a esa persona o por el simple cotilleo (que también los hay), estamos deseando saber qué tal ha ido el parto, cómo se encuentra la madre, a quién se parece… Así que nos lanzamos velozmente a visitar a esa nueva familia.
Debemos pararnos a pensar si realmente queremos que nos visiten, o si preferimos dar un tiempo. Mi primer consejo es, que si os encontráis con fuerzas, intentéis que las visitas os vayan a ver al hospital. Por varios motivos, uno de ellos es que en el hospital la gente no suele estar mucho tiempo, con lo que no os veréis obligados a echarlos con la mirada. Segundo, en el hospital os van a echar una gran mano con el peque y demás vicisitudes que puedan surgir.
Para el resto de visitas, no os avergoncéis y programadlas. Con aquellas personas con las que más confianza tengáis, decidles que vengan un ratito nada más, que respeten los horarios del peque (nada de visitas más allá de las ocho de la tarde), que si se encuentran enfermos, ni se les ocurra ir a veros (no hay nada peor que una madre desquiciada viendo a todo el mundo tocar a su pequeño y pensar en la cantidad de gérmenes que le pueden estar pasando) y, sobre todo, tranquilidad, nada de voces altas y respeto, mucho respeto a esos nuevos padres y las decisiones que tomen.
2. Amoldaos al horario del pequeño: una de las características más frecuentes con la llegada de un bebé a una casa es la falta de sueño. El recién nacido no sabe lo que es dormir “como un bebé” (no sé quién se habrá inventado esa frasecita). Así que, olvidaos de las tareas de la casa o de otro tipo de tareas. Si el bebé come, comed vosotros, si el bebe duerme, dormid vosotros. Sin vergüenzas ni sentimientos de culpa. El sueño es la mejor medicina, para vosotros y para el recién nacido.
3. Pedid ayuda: como he dicho al principio del post, nadie nace sabido. La maternidad es un mundo totalmente desconocido y, cuando algo no se sabe, se pregunta. Eso sí, las preguntas a los expertos que son los que mejor os van a poder asesorar. Por eso os recomendaba que aprovechéis la etapa del hospital para preguntar todo aquello que se os ocurra, aunque os parezca una tontería.
Intentad huir de (con perdón por lo que voy a decir) los consejos de las abuelas. Sé que lo hacen con todo el amor del mundo. Pero en la mayoría de las veces sólo consiguen meter dudas e inseguridades. El mundo de la maternidad es un mundo de nuevas modas. Lo que antes hacían nuestras madres, ahora no se hace (aunque con el tiempo se volverán a hacer, y así continuamente). Pedid ayuda, no os avergoncéis. No vais a ser menos padres por no saber hacer las cosas. Todo lo contrario, sois los mejores padres para vuestros hijos porque os preocupáis por ellos y por su bienestar.
4. Rodeaos de otros padres: como seres sociales que somos, aprendemos de manera grupal. La experiencia es la mejor base para el conocimiento. Por eso, la experiencia de otras mamás, que lo hayan sido de manera reciente, nos va a servir de mucho para saber cómo actuar con nuestro pequeño. Sólo pedir a esas mamás, que no edulcoren las situaciones y que cuenten su experiencia tal y como haya sido. A veces pensamos que no sabemos hacer las cosas o que las estamos haciendo mal. Y por vergüenza, no las contamos. Sin embargo, no somos las únicas que lo estamos haciendo así. Así que, tranquilas: sin tabúes al respecto, preguntad, preguntad y volver a preguntar.
5. Elegid los regalos: sé que esto suena muy material y puede ser políticamente incorrecto. La gente está deseando ver al recién nacido y traerle un detalle. Mi consejo es que intentéis controlar un poco estos detalles porque sino, os vais a encontrar con muchos trajecitos de recién nacido que, seguramente sólo se lo pongáis una vez (si es que se lo llegáis a poner), y sin pañales a las dos de la madrugada. De verdad, con aquellas personas que más confianza tengáis, pedid pañales, muchos pañales ya que, por norma general, en cada toma del bebé os va a tocar cambio de pañal.
Y si por un casual os quedáis sin pañales a las tantas, recordad que con la app de Farmacias.com podéis encontrar la farmacia abierta más cercana.
Sin más, sólo puedo desear que estos pequeños consejos os hayan sido de ayuda y que disfrutéis al máximo de esta nueva etapa que os está tocando vivir.