El dolor de rodilla es una de las afecciones más comunes de los adultos, tanto hombres como mujeres. Según vamos cumpliendo años, las articulaciones de la rodilla se van desgastando y, en función de nuestro estilo de vida, aparece el dolor, la incapacidad para caminar, correr o, simplemente, movernos. Según fuentes de la “Unidad de Rodilla” del Hospital Clinic de Barcelona, cuando se superan los 60 años, las lesiones de rodilla se trasforman en afecciones degenerativas tan dolorosas e incapacitantes como la artrosis, una enfermedad que afecta a un 90% de los ancianos mayores de 80 años.
Parece que nadie o casi nadie se va a librar de sufrir dolor de rodilla en el presente o en el futuro, pero no hay que desesperar: conocer las causas que originan el dolor en las articulaciones de la rodilla puede ayudarnos a prevenir lesiones y a corregir ciertos hábitos que, como verás, están muy implicados en los procesos degenerativos de las articulaciones de rodilla.
Varias causas por las que se produce dolor de rodilla
El dolor de rodilla se puede producir por distintas causas; veamos las más comunes:
La vida sedentaria
Según los especialistas, la vida sedentaria que llevamos en los países supuestamente desarrollados es la principal causante de la mayoría de los problemas de rodilla que sufren niños, jóvenes y mayores. Al pasarnos la vida sentados en casa, en el trabajo, en el coche, en la Universidad…, nuestros músculos van perdiendo ese tono y fuerza necesarios para proteger las delicadas articulaciones de nuestras extremidades inferiores y superiores.
La obesidad y el sobrepeso
Las articulaciones de la rodilla sostienen nuestro peso durante el movimiento; el exceso de kilos recarga de presión esas articulaciones, deforma los cartílagos, provoca que se desgasten antes, etc. La obesidad y el sobrepeso no son nada buenos para la salud en general y, como vemos, tampoco lo son para tener nuestras rodillas sanas y sin dolor el mayor tiempo posible.
La edad
El paso del tiempo hace que los cartílagos de nuestra rodilla, los meniscos, vayan perdiendo agua y, así, perdiendo esa elasticidad y flexibilidad necesaria para hacer con seguridad todos los movimientos que le exigimos a nuestra rodilla al correr, caminar, agacharnos, etc. Ese desgaste y pérdida de hidratación puede producir diferentes lesiones que, por supuesto, producen inflamación que se traduce en dolor de rodilla.
Imagina las articulaciones de la rodilla como si fueran piezas de una maquinaria compleja y delicada que durante años y más años aguanta la presión de nuestro peso mientras caminamos, las flexionamos al correr, nos agachamos y levantamos de mil sillas, etc. Esa maquinaria se va desgastando con el paso del tiempo, pero, además, se estropea antes si no la cuidamos y mantenemos adecuadamente para retrasar lo más posible esa enfermedad degenerativa, crónica e irreversible que produce un intenso dolor de rodilla, cadera, muñecas…: la artrosis.
Los zapatos de tacón
¿Te has planteado alguna vez que el calzado puede ser el culpable de tu dolor de rodilla? Según el doctor Ángel de la Rubia de SEPOD – Sociedad Española de Podología Deportiva -, utilizar zapatos de tacón es un importante factor de riesgo para las articulaciones de la rodilla. El motivo lo vemos claramente cuando vemos caminar a las mujeres que llevan los clásicos “taconazos”: rodillas continuamente flexionadas en una postura nada natural, pero necesaria para mantener el equilibrio, pasitos muy cortos para no caerse de las “alturas”… Hábitos posturales y de movimiento que no le hacen ningún bien a las cargadas articulaciones de nuestras doloridas rodillas.
La práctica de deportes de contacto o excesivamente agresivos
Para combatir el estrés del día a día o para sentirse más jóvenes y vitales, algunos adultos mayores deciden abandonar la vida sedentaria y, de la noche a la mañana, empezar a practicar deportes que exigen un estado físico que no tienen. Esquí de alta montaña, maratones, fútbol, balonmano, tenis… En este tipo de actividad física las articulaciones de la rodilla sufren especialmente y si el deporte se practica sin control o de forma demasiado intensa se suelen producir importantes lesiones que se traducen en lo de siempre: un intenso, irritante y molesto dolor de rodilla.
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