La vuelta a los colegios, al trabajo y a las rutinas tras el verano suele ir acompañada de estrés por el periodo de adaptación.
El estrés, relacionado con el estado de salud
Los episodios de estrés suelen provocar en quienes los padecen graves problemas de salud. Esta patología es una respuesta del organismo frente situaciones extremas, amenazantes o desafiantes que suele provocar subidas de tensión, dolores de cabeza y estomacales entre otros trastornos. Cada persona interpreta las situaciones de su vida de manera acorde a como adapte las emociones, interprete las posibilidades o se enfrente a las situaciones, tolerando los problemas de manera distinta.
Para evitarlo debemos conocer en primer lugar las causas que nos producen esa respuesta, como preocupaciones excesivas y altas exigencias, y saber establecer un orden de prioridades siendo realista. Delegar responsabilidades y buscar apoyo y compensaciones que nos ayuden a darle otro punto de vista o solución a la situación que nos estresa. Manejar el estrés no es tarea fácil, ya que es una sensación variante en el tiempo y afecta a todos los planos de nuestra vida: personal, laboral, familiar, social…
Cómo enfrentarse al estrés
Debemos positivar el pensamiento y modificar la conducta, enfocando las emociones en las situaciones agradables que vivimos en el día a día y reforzar nuestro autoestima. Nuestro cuerpo nos avisa cuando sufrimos periodos de ansiedad con varios síntomas como dolor, emociones alteradas e inestables, depresión, ansiedad y falta de concentración y memoria. Las técnicas de relajación son buenas armas contras el estrés: realizar actividades como pasear o leer, que nos ayuden a tranquilizarnos y evadirnos, dormir lo suficiente y escuchar las necesidades del cuerpo para tomarnos algún descanso o bajar el ritmo de trabajo son algunas buenas recomendaciones.
La alimentación a base de una dieta equilibrada y sana y la práctica de ejercicio nos ayudará a mantenernos fuertes frente a situaciones de estrés físico y nos ayudarán a superar estas situaciones y a evitarlas. Un último consejo: si un problema tiene solución para qué preocuparse, y si no tiene solución, para qué preocuparse.
 
                 
                                         
                                             
                                             
                                             
                                             
                                             
                                         
                                             
                                             
                                             
                                             
                                             
                                         
                                             
                                             
                                             
                                             
                                             
                                         
                                             
                                             
                                             
                                             
                                             
                                         
                                             
                                             
                                             
                                             
                                             
                                         
                                             
                                             
                                             
                                             
                                             
                                         
                                             
                                            





 
	
 
     
     
     
     
     
    
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