Las vacunas contra la gripe estacional podrían proteger a los individuos no sólo contra las cepas de la gripe que contienen sino, hacerlo además, contra muchas clases adicionales, según se puede extraer de un estudio publicado esta semana en la revista de la Sociedad Americana de Microbiología, ‘mBio’,.

Estudio sobre las vacunas contra la gripe estacionaria

El estudio que ha estado dirigido por expertos del Hospital de Investigación Infantil St. Jude en Memphis, Tenessee, Estados Unidos, identificó que algunos de los participantes que dijeron haber recibido vacunas contra la gripe obtuvieron una gran respuesta inmune no sólo contra la cepa H3N2 de la gripe estacional a partir de 2010, cuando se recogieron muestras de sangre para el análisis, sino también contra subtipos que no se habían incluido en ninguna formulación de la vacuna.

El hallazgo es impresionante “porque sugiere que la vacuna contra la gripe aumenta las respuestas de anticuerpos y puede proporcionar cierta protección contra una nueva cepa pandémica que pudiera surgir de la población aviar”, destaca , Paul G. Thomas, el autor principal del trabajo, miembro asociado del Departamento de Inmunología de St. Judge. “Podría haber una cobertura más amplia de reacciones de lo que se espera en la población humana a algunas de estas variantes cirales raras”, amplia.

Debido a que los virus de la gripe aviar tienen un papel destacado en las infecciones emergentes, Thomas y sus colegas decidieron probar si la exposición a diferentes tipos de aves se puede proporcionar una respuesta inmune a los virus de la gripe aviar en humanos. Para conseguir esto se analizaron muestras de sangre tomadas de 95 especialistas en aves presentes en la reunión anual de 2010 de la Unión de Ornitólogos Americanos.

Los investigadores expusieron plasma de las muestras a proteínas purificadas de subtipos de los virus de la gripe aviar H3, H4, H5, H6, H7, H8 y H12 utilizando dos pruebas de laboratorio para ver cómo los participantes reaccionaron y con qué fuerza a muchos virus diferentes.

ELISA, la primera prueba, midió si algunos anticuerpos, proteínas producidas por el cuerpo que utiliza el sistema inmunitario para identificar y neutralizar objetos extraños con bacterias y virus, se combinan en modo alguno a una proteína llamada HA en la superficie del virus. El segundo, HAI, estimó si los aticuerpos se unen a HA y detener su relación con una sustancia que utilizan los virus para entrar en las células humanas.

En ELISA, el 77 % de los participantes tenía anticuerpos detectables contra las proteínas de la gripe aviar. La mayor parte de los individuos analizados presentó una fuerte respuesta de anticuerpos al subtipo H3N2 derivado del virus estacional H3, que formaba parte de la vacuna de ese año (de 2009 a 2010), pero muchas también tenían fuertes respuestas de anticuerpos detectables al grupo HA 1 (aviar H5, H6, H8, H12) y el grupo HA 2 (H4 aviar y H7 humano).

El 66 % de los participantes presentaba algún nivel de anticuerpos detectable contra cuatro o más proteínas HA y algunos tenían respuestas a todos los subtipos estudiados, la mayoría de los cuales no habían sido previamente detectados en la población humana.

En experimentos añadidos, los científicos encontraron que los participantes que registraban respuestas significativas de anticuerpos no necesariamente tenían también respuestas relevantes de células T del sistema inmunológico a los virus aviares, lo que indica que estas dos ramas de la inmunidad pueden ser impulsadas de forma independiente después de la vacunación o infección.

Aquellas personas que fueron vacunas contra la influenza estacional tenían anticuerpos significativamente superiores a la aviar H4, H5, H6 y h8, y los expuestos a las aves de corral presentaban respuestas de anticuerpos significativamente más altas para subtipo H7, pero no a ninguno de los otros subtipos.

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