El tema de la alimentación de nuestros hijos, desde que nacen hasta que logran una alimentación variada y equilibrada, genera muchas dudas. Es motivo de numerosas consultas, tanto en el pediatra como en el mostrador de la farmacia. Con este post pretendo arrojar un poco de luz sobre este tema y lograr así que el increíble mundo de la maternidad sea un poco más llevadero.
La alimentación de los más pequeños
Antes de empezar a fondo con el tema, decir que yo no soy ninguna experta en la materia. Este post está escrito desde mi propia experiencia como madre de dos niños que soy. No quiero que se tomen mis palabras al pie de la letra, ya que cada niño es un mundo. Los padres saben en cada momento qué es lo mejor para sus hijos y siempre, en caso de duda, se debe consultar a los especialistas; en este caso, el pediatra encargado del seguimiento y cuidado de nuestros hijos.
El mundo de la maternidad es un mundo de modas, las cuales son muy cambiantes. Lo que hoy es blanco, mañana será negro. Lo que hacían nuestras madres y abuelas, ahora ni se nos ocurriría, o sí, depende de la moda que circule en estos momentos. Lo que quiero decir es que, en el mundo de la maternidad no hay verdades absolutas, sino verdades cambiantes día a día. Un lío, lo sé, pero tranquilos que no es tan complicado como parece.
Vamos a ir repasando una a una las principales fases por las que van a pasar nuestros hijos desde que nacen hasta que se convierten en adultos al hablar de alimentación. Bueno, quizá nos quedemos en edades más tempranas, que tampoco es plan de escribir la Enciclopedia de la Alimentación Humana.
1. Lactancia, sí o sí.
En este punto creo que vamos a estar todos de acuerdo. Un bebé cuando nace, lo que necesita es leche como alimentación. Por algo les llaman lactantes. Ahora bien, ¿lactancia materna o lactancia artificial? Pues un poco a gusto del consumidor. Os lo dice una madre que ha criado a uno de sus hijos (el primero, para más señas) con lactancia artificial, y está criando a la segunda con lactancia materna. Y los dos están igual de sanos y hermosos, con sus buenas mollas en las piernas y unos mofletes para comérselos a bocados.
Obviamente, la lactancia materna es la más beneficiosa para nuestros hijos porque, no sólo aporta alimento, también aporta defensas, emociones, consuelo, contacto íntimo y un desarrollo personal muy fuerte. Pero no siempre es posible llevar a cabo dicha tarea. Bien porque uno no sepa cómo hacerla, o bien porque uno simplemente (y es muy respetuoso) no quiera hacerla. La lactancia materna es muy sacrificada. Si queréis saber un poco más sobre este tema, os aconsejo que os leáis mi post sobre mi experiencia con la lactancia materna.
La Organización Mundial de la Salud recomienda una lactancia como forma de alimentación, ya sea materna o artificial, exclusiva hasta los seis meses de edad. Algo que, a priori, parece muy sencillo pero que en la práctica muy pocas madres pueden llevarlo a cabo. Con una baja de maternidad de 16 semanas, ¿cómo pretenden que lactemos hasta los 6 meses? Es de broma. Pero ése es otro tema que no nos compete ahora. La cuestión es que nuestros hijos deberían lactar exclusivamente hasta los 6 meses de edad. Sin más preocupaciones. Con esa alimentación tienen sus necesidades totalmente cubiertas.
Con el tema de la leche, hay una cuestión importante. ¿Estará mi hijo tomando todo el alimento que necesita? Con la lactancia artificial puede ser un poco más sencillo, porque controlamos el volumen de los biberones y sabemos la cantidad que ha ingerido. Pero con la lactancia materna, esto es imposible. Debemos hacer un acto de fe y pensar que está comiendo realmente bien. ¿Cómo puedo averiguar si mi hijo se está alimentado correctamente? Sencillo, con las revisiones generales del pediatra. Si nuestro hijo va cogiendo peso y, después de mamar o de tomarse el biberón, se queda saciado y no llora (salvo algún que otro cólico que venga a amargarnos el día), podemos estar tranquilos porque nuestros hijos tienen una alimentación perfecta.
2. El agua
Una de las dudas que más se cuestionan los padres al hablar de alimentación es, ¿debo darle agua a mi hijo? Como ya he dicho en el apartado anterior, nuestro hijo va a tener cubiertas todas sus necesidades los seis primeros meses de vida con la lactancia. No necesita nada más.
Pasados esos seis meses, podemos ir introduciendo un poco de agua. La cantidad variará en función de la época del año en la que nos encontremos. Si estamos a 40 grados a la sombra, pues sí, vamos a darle un poco de agua a nuestro pequeño. Como todo en la vida, debemos aplicar el sentido común y no dejarnos llevar por “dimes y diretes”.
En cuanto a si darle agua del grifo o embotellada, para gustos los colores. Si vivís en una ciudad con un sistema de abastecimiento de agua de buena calidad, en un principio no pasaría nada por darle agua del grifo. Pero yo, personalmente, a mis peques les he dado agua embotellada hasta que han cumplido un año y después me he pasado al grifo. Y eso que en Madrid tenemos un agua de grifo excelente, pero me he quedado más tranquila haciéndolo así.
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